Zenoescalera
En una de esas noches en las que el sol y la luna se besaban en tauro, pinté mi primer retrato. Miré su cara y sus ojos penetrantes como los de una pantera se adueñaron de mi. Las manos llenas de cera tocaron el papel y donde tenía que aparecer una bonita cara y el negro azabache de su pelo, conseguí plasmar su interior.
Lo miro y veo que predominan los azules, que junto a los ocres forman la escalera que me sube al cielo, que me baja a la tierra. El ojo rojo me transmite fuerza,coraje y valentía.
El azul se adueña de la obra y forman agua y cielo. Me transmiten la templanza del caballo. Tras un párpado un ojo se oculta como si tuviese la tranquilidad y el sosiego que encontramos en las personas mayores. Sigo más adentro y veo una laguna rodeada de pinos, donde la tierra es querida y se respira aire puro. Los caballos regresan al atardecer en busca de abrigo y si alguno se queda fuera, los demás saben que pronto regresará a casa, aún reinando la noche.
Ese rojo sigue llamando mi atención y esa fuerza me contacta con un león. Siento al guerrero que se levanta cuando cae, que se arrodilla cuando cree y que su instinto le proteje.